Esta
es la segunda parte del encuentro con Guillermo Peluffo. Siempre en el altillo
de su casa, se habló del Uruguay, de su gente y su cultura, de los medios y, ¡cómo
no! de Internet...
-¿Qué
opinión te merece el auge de estas bandas tropicales, que han hecho conocer a
nuestro país en el exterior...?
-No sé porqué se dio... tendría que explicarlo alguien que tenga más claro
qué pasa en la cultura uruguaya. Yo creo que estas bandas vienen a llenar un
espacio, en tiempos de crisis vienen a divertir un poco. Las bandas tropicales
aprovecharon el momento y lo supieron explotar, lo cual me parece fantástico.
No tengo nada para decir. Esas bandas siempre existieron y siempre van a existir
porque siempre hubo un público muy grande interesado en ellas en Uruguay. Desde
que me acuerdo es así: Casino, Cumanakao, y lo que pasa es que ahora la pegaron
porque trascendieron ese público y se adaptaron a influencias del momento.
Lo cual no quiere decir que -con mucho respeto esto- nos tengan que convencer a
todos de disfrutar esta música.
Creo que la variedad es una cosa que se está perdiendo en la sociedad actual,
la gente no disfruta la variedad, la pone nerviosa que haya varios estilos y
quiere una cultura uniforme. En función de la diversidad hay un montón de
bandas que sobrevivimos, a pesar de todo, y a muchas de ellas, que tienen la
misma filosofía que la nuestra les va muy bien... como el caso de Buitres,
fieles a un estilo.
Lo erróneo de la cuestión esta de la cultura tropical, es que nos vengan a
preguntar a todos qué pensamos de la cultura tropical... No tengo nada para
decir, no participo de esa movida cultural...
- Bien, pero vos estás inserto en una sociedad...
- Estoy inserto en una sociedad que lo vende. Me parece que lo que es más
aburrido y exasperante es que no puedas escapar a esa cultura. Que no puedas ir
a ningún lado sin dejar de escuchar esta música, que no puedas dejar de
prender un programa de TV o radio sin que dejen de pasar esta música... No
entiendo la militancia esa de que a los uruguayos les vaya bien en el mundo, en
esa necesidad del reconocimiento exterior, para convalidar algo que siempre
existió. No comparto nada de eso.
Realmente que a Chocolate y a los Fatales les vaya bien en el exterior, me
parece bárbaro, porque son héroes de barrio que se inventaron a sí mismos y
que pueden vivir de eso y hacer un mango así. Pero no tengo nada más para
decir. Artísticamente no tengo nada para decir, no tengo punto de contacto con
esa cultura.
- ¿Pero es esa música la que tiene que llevar el nombre de Uruguay por el
mundo?
-Pero en todos lados, la música que se escucha representa la cultura masiva de
un país. Es verdad, es la música uruguaya. El que tenga algo en contra para
decir está equivocado, ¿no? Es la música que escuchan los uruguayos... Me
rebelo sí, contra cualquier fenómeno que sea impuesto -en cualquier orden de
tu vida-. Me rebelo contra el tener que escuchar los canales habituales, con
esta música de fondo siempre. Me rompe las pelotas, tener una audición
deportiva y tener siempre como fondo esta música, que no me gusta. Pero yo no
soy quién para decir que es buena o mala. Mirá que escuchar en un casamiento
siempre esta música, me causa dolor de cabeza, pero de la misma forma a ellos
les causará dolor escuchar Trotsky...
-Hablaste de los medios de comunicación, ¿cuál es el vínculo que tienen
con los medios? ¿Hay alguna postura contra ellos?
-No, nuestra relación es consecuencia de la actitud de los medios, que en
realidad trata de reflejar los fenómenos masivos. O los fenómenos
culturalmente aceptados, que vienen a ser fenómenos representativos de una
generación que hoy ocupa los medios. Yo siempre digo que al rock and roll le
cambian las reglas: antes eran porque no vendían nada, cuando venden algo es
porque no es lo que pasa en el resto del mundo, cuando se aggiorna con lo
que pasa en el mundo es porque no es alegre... entonces ves que siempre hay una
trampa para no pasar lo uruguayo. No sólo que es así, sino que es una
necesidad de los medios, de los propios periodistas, de sentirse por afuera del
mundo. Es un complejo que tiene Uruguay, cómo nos ven en el exterior. Estamos
rankeados en el lugar tanto de Sudamérica de estilo de vida, estamos rankeados
tanto en medio ambiente, y eso qué importa... si vos sabés cómo se vive acá,
el asunto es qué te parece a vos... y eso parece que no valiera... entonces es
necesario que te vaya bien afuera para que después vengas acá. Vivimos la
cultura siempre por otro lado, los medios uruguayos no han sabido generar una
cultura propia, ni siquiera favorable a ellos mismos.
Si vos estudiás fenómenos como el rock argentino, si no hubiese sido por
las Malvinas y por la prohibición de la dictadura militar de pasar música en
inglés, ¿qué hubiese pasado con el Rock argentino? ¿Hubiese emergido con
tanta fuerza? Seguramente no. Le hubiese costado mucho más.
Yo no reclamo una política cultural tan extrema como ésa, pero sí me parece lógico
reclamar un porcentaje de la programación nacional radial dirigida hacia los
artistas uruguayos. ¿Por qué? No porque haya que obligar a escuchar a artistas
uruguayos, sino porque las multinacionales que ahora están totalmente metidas
en la lógica de las radios, sirvieron para apuntalar a artistas extranjeros.
Gracias a la entrada de las multinacionales en el Uruguay, ningún artista se
desarrolló gracias a ello. Podés encontrar el caso del Peyote que ya estaba
desarrollado, ya eran exitosos antes de que los firmara Universal, y de La Vela
Puerca que también ya eran disco de oro.
Pero para los demás casos ha sido nefasto. Para lo único que sirvió fue para
que Fito Páez vendiera mucho más en Uruguay, para que Shakira y Maná
vendieran mucho más en Uruguay, para eso sirvieron. Agarraron un producto que
se programa para todo el continente y ejercieron un cultura hegemónica. Lo cual
no le quita valores artísticos a estos artistas que te menciono, pero no hay
que ser inocente y pensar que no hay una industria tras esto.
Se mueven intereses y esos intereses son los que generan resoluciones políticas
entre los medios de difusión.
-¿Cómo fue su experiencia con Universal?
-Universal fue una experiencia nefasta para nosotros. Porque la difusión de tu
producto fluctúa con las reglas del mercado, de las que vos no participás, y
nada tienen que ver con la realidad.
-¿Condicionan tu trabajo?
- No, tu producto artístico no. Condicionan tu difusión. Nosotros pensábamos
que íbamos a tener una mayor difusión, y fue totalmente al revés. Fue uno de
nuestros períodos más negros, porque la multinacional no desarrolla 50
artistas, desarrolla tres por año, tiene una lista de prioridades. Y cuando
nosotros teníamos que salir las prioridades eran, y en orden: Charly García,
Seducidas y Abandonadas -unas argentinas tipo Spice Girls-, e Illia Kuryaki
& The Valderramas, y eso era lo que tenía que usar el sello para vender
porque era donde había puesto la plata.
Entonces, tanto Trostky como infinidad de artistas argentinos y algunos
uruguayos también, perdieron.
Entonces esa cosa de desarrollar un artista desapareció. Sólo personas, con
trabajo más reducido y más serio como es el caso de Santaolalla, tienen una
política de desarrollar artistas. Pero afuera de Santaolalla -que no todo lo
que hace es oro, no siempre le ha pegado- no hay nadie. Lo que hizo con la
Bersuit fue algo impresionante, un grupo súper conocido, con buen concepto artístico,
pero nunca le vendieron un disco a nadie. Y de un día para otro, son disco de
oro. Este es el caso más serio de desarrollo de un artista.
Y nosotros que pensábamos que podíamos llegar a poder tocar más, ya que
nuestro estilo musical está muy impuesto en Argentina y en Chile; no sólo no
tocamos, sino que nos perdimos de tocar acá, inmovilizados por una compañía
que nunca hizo nada. Pensamos que después de la guita puesta en el disco, iban
a hacer algo por recuperarla y no fue así. Quedamos en el medio de una gelatina
gigantesca que se chorrea por todos lados y no sos nada, en realidad.
Prefiero ser un grupo de barrio -que es lo que somos ahora-, pero donde nosotros
tomamos nuestras decisiones, no sólo a nivel artístico -dónde nunca las
perdimos- sino en el sentido de hacia dónde movernos. Para nosotros lo
importante es nunca dejar de tocar.
Palermo ganará más plata ahora, pero come banco en el Villareal, no sé... Está
bárbaro, pero nosotros ni siquiera ganamos un peso y comimos banco en un cuadro
de porquería. Para nosotros es mucho más importante estar tocando.... Y si
bien este asunto nos jodió, fue algo que nos hizo más fuertes como banda.
-Esta nota, como sabés, sale en la web. ¿Cuál es tu opinión de este nuevo
tema para las bandas que es la música por Internet, bajar música y todo el
quilombo de la piratería?
-Una opinión muy personal: creo que la gente tiene el derecho de acceder a la música
como quiera, si lo puede robar de internet, que lo robe, que lo haga. Que
destruyan (risas) a las multinacionales que te afanan por un disco en Uruguay.
La piratería es una cosa que nunca va a dejar de existir. Nosotros somos una
banda que sufre horriblemente la piratería, porque tocamos para un público que
más allá de la clase social que sea, es de adolescentes y jóvenes que tiene
pocos ingresos.
Me parece que el producto final que le llega a la gente es muy caro. Entonces
que la gente utilice estos mecanismos para tener su música me parece perfecto.
A mi lo que me parece es que si en Uruguay la gente no está acostumbrada a
gastar en bienes culturales.
A la gente le "duele" consumir bienes culturales. Es una desgracia y
una cosa de acá. En Argentina por más muertos de hambre que estén, no dejan
pasar por alto ESE recital. Yo, si no tengo un peso y quiero ir a ve a los
Ramones a Argentina, saco plata debajo de las piedras y saco el pasaje... y me
quedo en un bar hasta el otro día que salga el Buquebus (de hecho lo hice).
Depende de los valores de cada uno.
Por Juan Queijo
Montevideo COMM
NOTA EXTRAÍDA DE WWW.MONTEVIDEO.COM.UY - 10/Setiembre 2002